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Madrid, 9 de mayo de 2020

La Comunidad de Madrid ha anunciado que todos los madrileños podrán recoger gratis una mascarilla de tipo FFP2 desde el lunes, 11 de mayo. La Asociación Madrileña de Salud Pública (AMaSaP) quiere recordar que ese tipo de mascarillas, las de tipo FFP2, son de filtro de partículas, que están diseñadas para proteger a los profesionales sanitarios que están expuestos a los aerosoles de pacientes infectados. Los aerosoles son partículas acuosas pequeñas, de menos de 5 micras. El contacto de los profesionales sanitarios con estos aerosoles se produce en algunos procedimientos médicos o quirúrgicos como la intubación endotraqueal, la ventilación no invasiva, la aspiración de secreciones, la administración de medicamentos por nebulización o la fibrobroncoscopia. En todos ellos el profesional recibe los aerosoles del paciente directamente y necesita una protección firme y segura. Las mascarillas de filtro de partículas, las FFP2, les proporciona esa protección. Comparadas con las mascarillas quirúrgicas, las FFP2 son más complejas, más molestas, tienen una duración limitada y son mucho más caras.

Por el contrario, fuera de esos procedimientos, la transmisión del coronavirus, el SARS-CoV-2, se hace por gotículas, gotas mayores de 5 micras, emitidas por las personas infectadas al toser, estornudar o hablar y que no tienen un alcance mayor de un metro. El contagio se produce cuando estas gotículas alcanzan las mucosas de la boca, la nariz o los ojos de otra persona, bien directamente, si no se guarda una distancia mínima de seguridad, o por contacto, si la persona se lleva la mano a la cara después de tocar objetos o mobiliario contaminado por las gotículas.

Las autoridades sanitarias deben insistir a la población general sobre las medidas básicas para prevenir el contagio: quedarse en casa si se tienen síntomas; la distancia física entre 1,5 y 2 metros; el lavado de manos con agua y jabón o con soluciones alcohólicas; la etiqueta respiratoria (toser y estornudar en el codo, usar pañuelos de papel desechables); evitar en todo momento tocarse boca, nariz y ojos con las manos; la limpieza frecuente de superficies y teletrabajo cuando sea posible. Además, como medida complementaria, las mascarillas quirúrgicas deben emplearse cuando no se puede mantener la distancia física de seguridad, como en espacios cerrados, en el transporte público o cuando no se puede efectuar el teletrabajo. Esas mascarillas están diseñadas para evitar la emisión de gotículas con virus de la boca o la nariz hacia fuera, tanto por pacientes con síntomas como por personas sin ellos, pues en la COVID-19 las gotículas pueden contener virus antes de que aparezcan los síntomas o incluso sin que lleguen a aparecer. Estas mascarillas son más sencillas, más cómodas de llevar y mucho más baratas.

Por tanto, las mascarillas FFP2 deberían reservarse para profesionales sanitarios que llevan a cabo procedimientos que generan aerosoles o que trabajan en lugares en donde se efectúen esos procedimientos y para los pacientes inmunodeprimidos. Lamentablemente, durante esta pandemia los profesionales sanitarios de Madrid han carecido en algunas ocasiones de ese tipo de mascarillas cuando las necesitaban. No tiene sentido que se repartan a la población general, sin que haya necesidad, y menos aún mientras falten en hospitales, centros de salud o en centros sociosanitarios, donde sí son necesarias. Siempre que los profesionales sanitarios dispongan en número suficiente de todas las mascarillas que necesiten, tiene sentido que las autoridades repartan a la población general mascarillas quirúrgicas, pero no FFP2. Tampoco parecen razonables los sobrecostes que supone la compra de las mascarillas más caras, cuando hay tantas necesidades sanitarias poco cubiertas en esta crisis, como el refuerzo de la atención primaria y de la salud pública para poder identificar los casos nuevos que vayan a aparecer y rastrear bien sus contactos.

AmaSaP también quiere insistir en que el uso de las mascarillas tiene dos inconvenientes importantes que hay que tener en cuenta. Pueden crear una falsa sensación de seguridad, pues las mascarillas no pueden sustituir las medidas básicas de prevención, son solo una medida que las complementa. Por otra parte, la mascarilla puede aumentar el riesgo de transmisión si su portador sano no se la coloca o retira adecuadamente o si se toca la cara para ajustársela.

AMaSaP recuerda que, fuera de los centros sanitarios, el uso de las mascarillas no es para no contagiarse, sino para evitar la transmisión del virus a los demás, tanto por pacientes con síntomas como por personas desconocedoras de estar infectadas.

Por tanto, AMaSaP propone retirar la distribución a toda la población de la Comunidad de Madrid de las mascarillas FFP2 y reservarlas exclusivamente para los profesionales sanitarios, como recomiendan la Organización Mundial de la Salud y el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades. AMaSaP aplaudiría que la Comunidad de Madrid distribuya en su lugar mascarillas quirúrgicas, siempre que se garantice que los profesionales sanitarios y sociosanitarios dispongan de todas las que necesiten, destinando los millones de euros del sobrecoste que supondría la distribución de mascarillas FFP2 a reforzar los sistemas de atención primaria y salud pública, uno de los requisitos imprescindibles para pasar a la fase 1. También pide a las autoridades que recuerden constantemente a la población las medidas básicas de prevención y las normas para la colocación, uso y retirada de las mascarillas.

 

No derrochar en las mascarillas que la población de Madrid no necesita