Dentro de la jornada conmemorativa del X Aniversario de AMaSaP, celebrada el 24 de mayo, se organizó la Mesa Debate «El cigarrillo electrónico: ¿aliado o enemigo de la salud pública?», la cual contó con la participación de dos expertos en este tema.

  • Carmen Audera López. Gestora de programa. Secretaría del Convenio Marco de la OMS para el control del tabaco. Ginebra.
    “Las Políticas de regulación de los cigarrillos electrónicos y otros dispositivos en Europa y a nivel internacional”.
  • F. Javier Ayesta. Profesor Titular de Farmacología y Trastornos Adictivos. Universidad de Cantabria, Santander.
    “Potenciales beneficios y riesgos de las nuevas estrategias de reducción de daños en tabaco”.

El debate comenzó con la intervención de F. Javier Ayesta, quien analizó las evidencias y las controversias sobre el uso del cigarrillo electrónico y sus diferentes modalidades. El Dr. Ayesta inició su exposición manifestando que la exposición a toxinas y contaminantes es probablemente inferior a los cigarrillos convencionales, si bien no es posible sacar conclusiones sobre la magnitud de esta diferencia por la heterogeneidad de los productos disponibles en el mercado. A continuación, explicó el posible potencial del cigarrillo electrónico como herramienta para dejar de fumar, precisando que las pruebas científicas sobre su papel en el cese del consumo no son concluyentes por falta de estudios, y en particular por el número limitado de ensayos clínicos.

Posteriormente, Carmen Audera, interpeló a la audiencia preguntando si las empresas tabaqueras pueden ser al mismo tiempo parte del problema y parte de la solución.  Tras apuntar las razones de sobra conocidas por lo que esto no puede ser así, dado el evidente conflicto de intereses, apuntó a la incipiente evidencia sobre el riesgo especial que suponen los cigarrillos electrónicos para los jóvenes, por ser más atractivos que los cigarrillos convencionales (saben mejor, no huelen, etc.). Por último, señaló que los cigarrillos electrónicos mantienen o favorecen el inicio del consumo tabáquico, no son inocuos y no existen pruebas de su eficacia para dejar de fumar. Por ello, defendió que se regule al mismo nivel y con las mismas exigencias que los cigarrillos convencionales.

En el debate posterior con la audiencia, se discutió de los potenciales beneficios que ofrecen los cigarrillos electrónicos a los fumadores que quieren dejar de fumar o fumar menos, sin llegar a una conclusión clara debido a la falta de estudios sobre la efectividad de los cigarrillos electrónicos para dejar de fumar  Los ponentes consideraron un fracaso que se haya permitido la venta en farmacias sin pruebas sobre su efectividad para dejar de fumar (esto exigiría una regulación al mismo nivel que otras terapias sustitutivas), en parte motivadas por la falta de interés de la industria tabaquera por hacer ensayos clínicos sobre el tema, ya que en este momento pueden vender su producto de forma libre, en tiendas especializadas y por internet.

Ambos expertos coincidieron en la necesidad promover estudios y ,teniendo en cuenta la importante reducción de daños que supondría en su caso respecto al cigarrillo convencional, esperar a que haya pruebas claras sobre su efectividad para dejar de fumar, y seguir mientras tanto recomendando las alternativas clásicas existentes de apoyo para dejar de fumar